Como máquinas estamos,
enchufados vamos,
gobernados por extraños
invisibles mecanismos...
Es como un virus,
no podemos parar,
ni hablar
de las luces
apagar...
Ni acallar los ruidos,
ahí nos acompañan
perpetuamente
al compás de un sonido
"Tic, tac, tic, tac"
El reloj tirano dicta el devenir
de los tiempos limitados...
Y por si fuera poco
más de una cosa hacemos
porque no llegamos,
porque no podemos
ni una pausa permitirnos
en esta repetitiva
ensamblada rutina...
Como de acuerdo todos,
pero no muy cuerdos
del todo...
Y ahí vamos,
como gallinas descocadas,
sin aparente rumbo
pero ansiosas siempre,
consumiendo y tirando
y también olvidando
y acortando cada vez más
los necesarios procesos
de las cosas más vitales,
fija nuestra atención
en los resultados
y en los temas
más banales...
Saltamos de un tema a otro,
como elemental zapping,
y no hay tiempo para nada,
solo hay regalos materiales...
Y un día nos cae
una hoja otoñal
de dorado matiz
sobre nuestra nariz
y ahí nos damos cuenta
de todo lo que en verdad
valía la pena si es que...
si es que justo
nos detuvimos
por un segundo
a poder contemplar
lo elemental de la vida...